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La Monja Atómica
Capitulo 5
Primera Temporada


El purgatorio de una mente enferma. 


   María Magdalena llevaba un año entero salvando a la humanidad de sus pecados a través del orgasmo. Había llegado el momento de contactar con su lado religioso para que su obra llegase a todos los confines de las partes íntimas de la tierra.

   Semana Santa, 2016 Linares, Jaén. La monja llegó al pueblo de Rafael, el cantante, el jueves Santo. La madrugada donde sacaban al Nazareno durante trece largas horas de peregrinación. Ese paso en concreto llevaba muchos costaleros, ya que el trono es muy pesado. María Magdalena tenía claro cuál sería su cometido en esa gran noche. Paró en Pepe Linares, un bar muy famoso de la ciudad a tomar unas tapas. Se tomó varias cañas sin descanso, una detrás de otra. Todavía quedaban unas horas para que la imagen saliera a la calle, exactamente a las tres de la madrugada.

   Llegó a la iglesia, estaba vacía. El trono descansaba en un rincón preparado para salir. Magdalena se arrodilló en la entrada de la iglesia, se quitó el hábito y se metió el crucifijo de madera por el coño. Se tocó los pechos y caminó de rodillas hasta el altar. Iba rezando sus plegarias perversas.

<<Pecadores del mundo, entrar en mi coño y rezar mediante gemidos y jadear el pecado de la humanidad. Oh Señor, perdona los orgasmos de la gente y condénalos a que Lucifer les folle el alma. Santa María llena de semen es tu gracia. Amén>>

   Su sexo empezó a segregar crema que resbalaba por sus muslos. Estaba muy cachonda caminando de rodillas hacia el altar. De pronto, vio a Dios y a Lucifer sobre la mesa, uno a cada extremo. Tendida en el altar había una virgen desnuda esperando ser fornicada por todos los poderosos del mundo. Lucifer cogió la cabeza de la joven y le metió el pene, Dios subió al altar y se hundió en su sexo joven. María Magdalena imaginaba esa escena en su cabeza, para ella era real. Llegó hasta la escalinata, a su paso había dejado un reguero de fluidos por el suelo. Se masturbó sin perder detalle de la escena entre el cielo y el infierno. Se corrió ante el cuerpo de Cristo sin poder para de gritar.

   En ese momento, escuchó ruido. Se metió debajo de la mesa que la cubría una sábana blanca. María Magdalena escuchó ruido de gente. Desnuda y con el coño chorreando esperó escondida. El cura iba a dar misa a los feligreses. Se acercó a la mesa y abrió los brazos en cruz para empezar la oración. La monja vio la sotana del padre y a su lado de cuclillas estaba Lucifer con una sonrisa infernal incitándola hacer lo que no debía.

   Magdalena lo entendió como una señal divina y así lo hizo. Se metió debajo de la sotana y agarró su pene con los labios. Estiró ese trozo de carne ya que la tenía lacia. El padre se quedó blanco, sin respiración y paró de orar. La gente se lo quedó mirando y de repente el padre empezó diciendo <<Ahhhh>> los allí presentes se lo tomaron como la entrada para cantar el Ave María. Todos a la vez, comenzaron a cantar llenado el templo con sus voces y así acallando la realidad del cura, que no era otra que gemir. Se derramó en un segundo en la boca de la monja.

   Al terminar la misa, el cura acompañó a todos a la salida con la excusa de que la iglesia se tenía que quedar vacía para los costaleros. Regresó impaciente al altar y levantó la sábana. No vio a nadie. Miró al Cristo tallado que había a su espalda y le dio las gracias pensando que había sido un acto divino.

   María Magdalena había aprovechado para esconderse en la sacristía. Se vistió con ropas de costalero y esperó dentro del trono para salvar a esas pollas que llevarían a hombros a Jesús de Nazareno. Llegó la madrugada, exactamente las tres. Los costaleros entraron con ganas de pasear a su imagen por las calles de Linares, estaban entusiasmados. Era la hora de meterse debajo del trono, todos estaban colocados en su posición, listos para levantarlo y salir a la calle.

   María Magdalena, esperó oculta en un rincón. Cuando vio a los jóvenes preparados entró en acción. Había traído consoladores de colores y con música. Al apretar el botón de vibrar, se encendía una pequeña música que no era otra que “Dios te salve María”.

   Empezó por la última fila. Fue uno por uno, con mucha rapidez, bajando los pantalones del chándal a cada muchacho y sin darles tiempo a racionar les metió el consolador ya lubricado por el culo. Gritos de asombro y gemidos empezó como un revoloteo de mariposas. El hermano mayor de la hermandad, se asomó bajo el trono y descubrió a la monja con cara de loca haciendo aquella perversión. No lo dudó y llamó a las autoridades. La policía se llevó a María Magdalena del templo.

   Ella gritaba una y otra vez que era una enviada de Dios y Lucifer para salvar el mundo. Tuvieron que reducirla entre tres policías y salió a hombros como si fuera la virgen de la iglesia ante el asombro de los devotos, que esperaban impacientes en la calle para ver el Nazareno. Magdalena fue internada en un psiquiátrico de Jaén, a la espera de un juicio, la condenarían a terapia eterna. La monja gritaba en su celda llamando a Dios y a Lucifer pero no vinieron ayudarla. La observaron desde el otro extremo de la puerta a través de la ventana. Magdalena vio como sus jefes desaparecían con una expresión en la cara de decepción. Les había fallado y no había completado su tarea. Su mente se quedó atrapada en el purgatorio a la espera de que alguien la liberase.

©Katy Infierno.

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