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Aquí os dejo el primer capítulo del libro de Erótica Destroyer de Katy Infierno, mi seudónimo como autora.

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           Penélope, la Asesina del Pene

Capítulo 1

     Follarás con el vecino soltero y sexy

Daniel♥

Madrid, 10 a.m.

       Iván Petrov, más conocido como Detroit, llegó al lugar abarrotado de policías, era un bloque de pisos en el famoso barrio de la Latina. Había sido llamado por el jefe de policía y amigo, Luis Cabañas. Un crimen perverso se había cometido en la madrugada. Luis sabía de su olfato para los asesinos en serie y creyó conveniente llamar a su amigo Detroit de la interpol rusa, el cual colabora con la interpol española. Subió las escaleras de dos en dos hasta llegar al piso del homicidio. No tenía ni idea que iba a encontrar. Tiró el cigarrillo en el rellano y entró directo al dormitorio. Lo que vio lo dejó sorprendido…

 ●●●

       Penélope llevaba todo una vida planeando al detalle su gran obra perversa, tenía todo atado y pensado. No dejaría nada al azar. Había llegado el momento de empezar su novela, el capítulo primero se titulaba “Daniel”. Alquiló un piso en el barrio de la Latina, Madrid. Su víctima hacía mucho tiempo que se había trasladado a vivir a la capital. Penélope había estudiado el currículum de cada una de sus víctimas. Ahora solo faltaba empezar la función.

       Vivían puerta con puerta, todas las mañanas lo observaba por la mirilla para controlar su vida. Necesitaba saber al detalle todos sus movimientos rutinarios. Daniel trabajaba en un despacho de abogados, era un hombre de leyes y metódico. Seguía el patrón diario, era un hombre ordenado pero tenía una debilidad, las rajitas femeninas. Pene utilizaría toda su artillería exuberante para atraerlo al lado oscuro. Sentada a la mesa del comedor, tomaba café con dos cucharadas de azúcar. Tenía el sobre con la documentación de Daniel encima de la mesa, miró la foto de aquel hijo de puta que destrozó su vida y la convirtió en un ser desquiciante. Los recuerdos del pasado regresaron como una ducha de agua fría en su memoria. Lo vio todo en su cabeza como si fuera ayer.

“Recordó aquel día de clase, el cielo lloraba, él sabía que le esperaba al final del largo pasillo. Penélope, una joven de aspecto normal y físicamente entrada en carnes caminaba ajena a que su condena en el infierno empezaba aquel día de la mano de Daniel, su compañero de clase. La tormenta rugía en el exterior, avisándola del peligro pero Penélope nunca se imaginó que el diablo la estaba buscando. Daniel era un pajillero adolescente obsesionado con las revistas pornográficas. No era guapo, tenía la cara llena de cicatrices de acné y tenía un físico delgaducho. Ninguna chica quería tener nada con él. Desesperado por hacer realidad sus sueños, escogió una víctima, una inocente con cara de boba que no le buscara líos después. Penélope avanzó tranquila por el pasillo, iba a clase de Griego. Justo en el desvío, Daniel salió del cuarto de baño y la metió a la fuerza. La estampó contra la pared y le susurró al oído, <<Grita y te hago la vida imposible, zorra>> Pene calló, le entró el pánico. Daniel le bajó los pantalones y las bragas, le pasó una mano por el sexo peludo. Se llevó las manos a la nariz y aspiró lamiendo sus dedos. Le gustó el sabor de la vagina, frotó su intimidad hasta que la lubricó por completo. Recogió la crema con la mano y saboreó su flujo como si se tratase de un tarro de crema de cacao. Cuando se hartó, giró a Penélope y le hizo una foto con el móvil de cuerpo entero enseñando el coño. Era su seguro para que mantuviera la boca cerrada. Al día siguiente, sus compañeros de clases se rieron de ella nada más entrar en el aula. El perverso de Daniel había repartido la foto por toda la clase, ahora todos sabían que no se depilaba y sufriría el acoso de muchos de sus compañeros a la largo del curso. Se acababa de convertir en la puta del instituto. Penélope calló y no se quejó al profesorado. Su declive acababa de comenzar”.

        Faltaba unas horas para que regresara del trabajo, aquel pervertido de mierda le encantaban los coñitos perlados y frescos. Penélope se hizo una coleta alta, se puso un top ajustado y una minifalda con unos tacones negros de vértigo. Frente al espejo pintaba sus labios carmesí, ahora estaba lista para empezar su cruzada más perversa. Era una diosa física, con el suficiente poder para doblegar al mismísimo Lucifer, ahora… era, Penélope Forever, para siempre.

      Daniel había tenido un día duro de trabajo, llamó al ascensor y pulsó la quinta planta. Las puertas se abrieron y vio a la vecina nueva agachada de manera muy sexy recogiendo una carta del suelo. La falda era tan corta que podía ver la rajita perlada y brillante, no llevaba ropa interior. Era tan sonrosada, estrechita e hinchada, que sacó la lengua queriendo chupar aquel manjar y llenarse la boca de crema. La polla creció en sus pantalones, las manos se movieron sin control queriendo atrapar ese dulce culo entre sus dedos y estrujarlo, pellizcarlo y azotarlo. El nudo de la corbata le ahogaba, necesitaba respirar y digerir aquella sorpresa como la mejor de la galantería. Quería follar con su vecina pero no espantarla. Penélope sonrió de lado, lo tenía en el bote. Se irguió de manera provocativa, quería que los ojos del vecino se inyectaran en sus curvas y fueran su perdición. No tuvo que hacer muchos esfuerzos para coquetear; ya que, Daniel deseaba hundirse en su coñito lubricado. Sonrió mordiéndose el labio y le guiñó un ojo de forma sexy.

―Hola, vecino. ¿Un día duro?―ronroneó Penélope.

―Yo… eh…―tenía la boca seca y se había quedado tan prendado de su belleza que no le salían las palabras―sí, muy estresado.

―Mmmm… si quieres…―Penélope se acercó a Daniel y le acarició la corbata con suavidad―podemos arreglarlo fácilmente.

―¿Qué propones?―fue casi un susurro, tenía la polla dura, a punto de reventarle en los pantalones.

―Te suena la palabra… follar…―habló a un palmo de sus labios.

       Daniel asintió con la cabeza, nunca una mujer, con lo golferas que era, le había intimidado tanto como la vecina. Penélope lo llevó de la corbata como un perrito faldero hasta su puerta, metió la mano en el bolsillo de su pantalón y rozó su dura polla. Las llaves del piso estaban ahí, las sacó sin quitarle ojo. Daniel estaba muy excitado, no puso ninguna objeción. Abrió la puerta nerviosa y dejó que la vecina entrara primero tirando de su corbata. Lo llevó directamente al dormitorio, de pie, le quitó la chaqueta y le desabrochó la camisa. Se agachó deslizando la mano por su torso hasta llegar a su pene, lo agarró y besó su prepucio con sus labios carmesí. Daniel rechinó los dientes al sentir su tacto, era una delicia muy perversa. Las pupilas se dilataron con ansias de follar su boca. La sujetó fuerte del pelo y empujó en su boca topando con su garganta.

― Venga puta… cómetela…

      Penélope obedeció y le devoró su carne con sabor a sudor y orina. Con una mano le acariciaba los testículos y tiraba con suavidad del escroto. Quería excitarlo, quería ser la mujer que velara sus sueños, quería… ser la dueña de sus orgasmos. Con la boca llena de su esencia le besó, lo llevó hasta la cama y de un empujón, lo tiró. Daniel cayó con los brazos en cruz y gustoso de dejarse hacer lo que aquella Diosa del infierno quisiese hacerle. Se quitó bajo su mirada las braguitas de encaje negro. Con ellas en la boca, subió a gatas en la cama y trepó por su cuerpo hasta posar su sexo en su boca. Aquel, cogió su culo como si de una sandia se tratara y comió coño con olor a vainilla, pues su gel tenía ese aroma. Penélope se derramó en su boca, el orgasmo la volvió más desquiciada. Se quitó de encima y cogió una corbata, sonrió con las bragas en la boca. Se la anudó al cuello fingiendo que le ponía follar con un hombre con corbata. Subió a horcajadas encima de su cuerpo y se deslizó por el tronco de su instrumento viril. Movió las caderas como si de una reina mora se tratase. Hizo gemir a Daniel… Le clavó las uñas en el pecho, los dos gritaron locos de placer. Daniel, derramó su semen en su interior entre gritos y espasmos. Bobalicón miró a su vecina, ella bajó su cara a su oreja y le susurró… <<Soy Penélope, pene para los amigos>> aquel cabrón que humilló a la adolescente que una vez fue, abrió los ojos desconcertado al reconocer aquella mujer. Ella sonrió como el Jocker y sin un ápice de remordimientos, tiró con fuerza de la corbata, con tanta, que le partió el cuello. Penélope miró sus ojos fantasmagóricos, no sintió nada, solo respiró. Por fin, sus días iban cobrando vida, haciendo que quisiera gritar por su ansiada libertad presa de su amargura. Antes de marcharse, limpió el lugar, le puso las bragas negras de encaje dejando la punta del capullo a la vista. Sacó del bolsillo de su falda un pinta labios rojo amapola y le dibujó en el vientre el sello de su infierno, un pene.

●●●

      Detroit miró con horror el cadáver, la escena estaba clara, había sido un asesinato. Se fijo en la marca del estómago, le habían dibujado un pene con carmín. Pensó en la posibilidad de que el asesino fuera una mujer pero para matar a un hombre tan corpulento se necesitaba mucha fuerza.

―Agentes, ¿han encontrado alguna prueba esclarecedora?

― Nada señor, el forense a dictaminado la muerte. Le rompieron el cuello con la corbata.

       Detroit asintió y despidió a los hombres, se quedó solo en la escena del crimen. Anduvo alrededor del cadáver, sentía la necesidad de hablar con los cuerpos a solas. Tenía un sexto sentido, algo único que lo hacía ser un sabueso. Miró atentamente al pobre diablo, esperando una señal. Vio algo reluciente en sus labios, transparente. Acercó su boca a la de la víctima y besó al muerto. Probó un sabor distinto, algo fuera de lo normal. Era como probar caviar del caro. Chupó sus labios deleitándose en un aroma en concreto y sin darse cuenta, se excitó. Su miembro respondió al estímulo de aquel sabor desconocido. Detroit no olvidaría la crema de la perversión. Algo dentro de él, un sexto sentido le decía que el asesino era una mujer pero cómo probar su teoría. Tendría que esperar, muy a su pesar, a que actuara de nuevo. Esperaría impaciente, le gustaba seguir el rastro de las mentes enfermas y atraparlas. Lo que no supo, es que el infierno se estaba desatando en su cordura.

©Katy Infierno


Comentarios

  1. Pues empieza fuertecito el primer capitulo.
    Esto promente.
    ¡Enhorabuena!

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