EL
POLVO MÁS CARO
Me encontraba en Sevilla,
había ido a ver a la pareja de morbosos de Dolores Guadalupe y José Luís. Les
había propuesto hacer unas fotos un poco comprometidas para un libro ilustrado,
“El Asesino del Kinbaku”. Necesitaba a alguien para hacer buenos nudos de
bondage y que mejor que el maestro Jaime Gil. Ató a Dolores con las cuerdas y
quedaron unas fotos fabulosas. Como agradecimiento, les pagué en carnes, pero
no las mías. A la pareja le regalé un pase para una fiesta privada de sexo
(orgías) y a Jaime le di una invitación a una fiesta privada de bdsm en
Barcelona. Tengo muchos contactos, a cual más depravado.
Al día siguiente, salía mi
vuelo a Madrid. Pasé por Dulce y Salado a tomar un café. Yasnaia, era la dueña
de tan singular lugar, una mezcla de café y literatura. Eso pensé, pero al ir
al cuarto de baño me equivoqué de puerta y abrí la que no era. Me quedé a
cuadros, tenía una mazmorra como en la película Cincuenta Sombras de Grey. Los
ojos se me salieron de las órbitas, de ella no me lo esperaba, se veía tan
modosita. Me despedí como si no hubiese visto nada y me largué al aeropuerto.
En la terminal se
encontraba Hi Zat, habíamos quedado para coger el avión. Era la primera vez que
nos veíamos y he de decir que es un hombre muy atractivo físicamente. Una vez
en el avión, nos quedamos sorprendidos al ver a Sofi Lombardo trabajando como
azafata de vuelo. Pero no era un vuelo normal era un vuelo erótico. La
pizpireta del grupo, se quedó en ropa interior para dar las indicaciones de
seguridad.
―Las
salidas del placer están en vuestros anos, vaginas y bocas. Desabrochar el
cinturón y quedaros desnudos. Coger el pene y zarandear hasta ponerlo duro, una
vez tiesos meterlo en los huecos libres. El que se quede sin pareja me
aseguraré de su seguridad.
Miramos a nuestro
alrededor, todos estaban con la polla fuera y ellas se escupían en el sexo para
lubricarlo. Hi me miró con ojos traviesos y yo le devolví la mirada.
―Follamos
entre nosotros, ya que estamos para que hacerlo con otro―dije.
―Claro,
perfecto, ¡¡estupendo!!
La situación era un poco
incómoda pero habría que hacerlo, era la seguridad del avión. Nos desnudamos y
lo besé primero para romper el hielo. Las manos se deslizaron por nuestros
cuerpos ardientes de deseo, la situación era muy morbosa. Nos entusiasmamos y
me subí a horcajadas encima de él. Tenía un cuerpo atlético que quitaba el sentío, era un hombre de verdad. Se
hundió en mí y aluciné, la tenía perfecta, gordita, venosa y con buen tamaño. Me
sujetó del trasero y me ayudó a mover las caderas. Lo mejor del sexo con Hi, es
que sabía besarte la boca, el cuello, la oreja e incluso el alma. Me gustó, no
lo voy a negar. Abrí un ojo y vi a Sofi con dos penes a la vez, sonreí, no
esperaba menos es una chica muy golosa.
Aterrizamos en Madrid al
medio día, Ana Conejo no esperaba muy entusiasmada. Una mujer muy simpática y
cariñosa, demasiado diría. Nada más vernos nos saludó con un beso en la boca a
ambos. Hi sonrió, observé que le hacía ojitos a la mujer que no sonreía. Nos
llevó a un bar clandestino a tomar unas cervezas, menos ella que pidió zumo de
zanahoria. Al rato, me di cuenta de unos ruiditos extraños, me disculpé para ir
al baño y encontré una sala anexa al local. Un fotógrafo que conocía muy bien
de Hora Golfa estaba haciendo fotos a una mujer desnuda. Me quedé observando.
―Espera
Cata Pérez, te falta lubricación.
Vi como Enoc abría los
muslos de Cata y le pasaba la lengua varias veces para humedecerla. Flipé, no
me esperaba aquello tan excitante. Pero la cosa fue a más cuando vi aparecer a
Rafa García, un poeta aficionado a escribir sobre sensaciones de bdsm. Un
pasamontañas cubría su cara y sujetaba un látigo de seis cuerdas. Se ponía
interesante. Apartó a Enoc de un empujón, molesto, normal era su pareja. Posó
la palma el coño de Cata y frotó con fuerza, tanto que la otra acabó
convulsionando de placer. La sesión siguió su curso, Rafa azotó con el látigo
el trasero de esta y Enoc hizo las fotos a la vez que se excitaba. Escuché como
llamaba a alguien que conocía.
―Marieta,
necesito ayuda.
Marieta Moya apareció con
tan solo ropa interior de encaje. Bajó la cremallera del pantalón y sacó su
carne gorda. Mientras hacia las fotos, ésta se ocupó de su necesidad.
Arrodillada se la chupó hasta que se vació en su boca. No quise interrumpirlos,
de todas formas nos veríamos al día siguiente en la puerta del Sol. Seguí mi
camino al baño y me encontré con Manolo que salía del cuarto de mantenimiento. No
esperé encontrarlo de sopetón.
―Besos
Katy, guapetona―y siguió su camino.
Todo estaba siendo muy
extraño. Regresé a la mesa donde había dejado a Hi y a Ana solos. Fue muy
heavy, Hi tenía una sonrisa de bobalicón y los ojos cerrados. Ana no estaba por
ningún lado, alcé las faldillas de la mesa y la encontré comiéndole la verga. Era
la primera vez que la veía sonreír de oreja a oreja, me miró y rió a carcajadas
con la polla en la boca. Por un momento, creí quedarme bizca.
―Katy,
estoy comiendo una zanahoria, ¿quieres?
Se la sacó de la boca toda
babeada y me la ofreció.
―No
gracias, toda tuya.
Era demasiado, siempre
pensé que yo era la depravada, una mente calenturienta pero me equivoqué. Los golfos
estaban desatados sexualmente. A hurtadillas, me largué. Cuando estaba a punto
de ser libre, Hi me llamó.
―Katy,
¿a dónde vas?
―A
salvar el mundo―pensé que su locura era
mayor que la mía y no sospecharían.
―Vale,
si ves a la masa dale recuerdos me debe tres mil pavos.
No supe si era sarcasmos o
los efectos secundarios de que un conejo te chupara la polla. Anduve por la
Gran Vía sin rumbo fijo, aquella reunión había sido mala idea. Escuché gritos
latinos, como dos cubanas, llamándome por mi nombre. Me giré y vi a Marilin y a
Cathasya divinas de la muerte armando follón en mitad de la calle. Me dio
alegría al verlas, corrimos como en la casa de la pradera para abrazarnos. Fue un
encuentro muy íntimo, ya que las tres somos pechugonas y al abrazarnos nuestros
pechos también se saludaron.
―Que
alegría mi niña, un día antes nos hemos visto, estoy feliz mi amol―Cathasya
la cariñosa del grupo no paró en su empeño de darme besos y abrazos. Marilin
más tímida sonreía divertida.
―¿A
dónde vais?
―Pues
queríamos aprovechar que estamos en Madrid para ver la función de Harry Potter,
¿te vienes?
―Claro,
será divertido.
No tenía nada mejor que
hacer. Entramos al teatro, estaba encantada. Harry es una de mis sagas
favoritas. La función empezó y de pronto salió Manuel Barrios haciendo de
Harry, su cara era inconfundible. Mi cara era como la de un muñeco manga al
expresar sorpresa. Marilin y Cathasya también se dieron cuenta, reímos sin dar
crédito. Siempre hablaba en el grupo de su profesión como abogado y la única toga
que tenía era el uniforme escolar de Howargrs. La función acabó, me despedí de estas
dos locas. Querían seguir haciendo turismo. Yo aproveché para ir a saludar a
Manuel. De camino al camerino me encontré con un camarero, pasó por mi lado y
me saludó.
―Besos,
Katy, adiós guapetona―era Manolo otra vez. Me quedé
pillada.
Llegué al camerino y
encontré la puerta abierta. Llamé dos veces y abrí, todo estaba oscuro. Quise irme
pero la puerta se abrió y unas risas escandalosas entraron, me entró el pánico
y me escondí detrás del sofá.
―Oh
mi Julieta, mi Eva Luengo, por fin juntos. Te he echado de menos.
Me llevé la mano a la boca
para no reír, aquellos dos estaban liados y se lo tenían muy callado. Curiosa,
pues Eva nunca había mostrado su rostro, miré a escondidas. Lo que vi, me dejó
muerta no, lo siguiente. Eva Luengo era nada más ni nada menos que Eva
Longoria. No podía creerlo, una famosa en mi grupo de erótica. En plena faena y
gritando como los tenores, salí de allí sin que me vieran. El día estaba siendo
de lo más entretenido.
De repente, alguien tiró
de mí y me abrazó contra su pecho era Julio Boru. De cerca ganaba más, tragué
saliva nerviosa. Aquellos labios carnosos me devoraron y aquellas manos
extranjeras violaron mi cuerpo. Al igual que sus palabras, era un buen amante. Me
empotró contra la pared del pasillo, no hubo tiempo para la intimidad. Sacó su
dura verga y me la metió bien dentro. Un hombre tan curtido y fuerte, pudo
conmigo. Me embistió, me tenía muchas ganas, demasiadas. Fornicamos, a plena
vista, la gente del teatro pasaba. Muchos bajaban la mirada, otros gritaban “Dale
fuerte, campeón” y luego estaban los vouyers que se quedaron a nuestro
alrededor para hacerse una paja con el espectáculo. Uno de ellos era Negro
Caballeroso, los ojos se me fueron a su morcilla por no decir morcillona. Aquello
debería estar prohibido por las autoridades. Me encantó ver como se tocaba. Creo
que llegué al orgasmo más de una vez.
Julio me dejó después del
polvo, él y todos los mirones. Colorada como un tomate, me fui del teatro. Antes
de salir vi un cartel enorme de Antonio M, anunciando un espectáculo musical de
culos. Ahora entendía de donde le venía esa obsesión. Salí a la calle y respiré
hondo, con el cuerpo relajado solo quería ir al hotel y descansar. Cogí un taxi
y el conductor era Justin Gómez, la autora de “Le llaman Piedad”. La saludé, no
creí que trabajase de taxista. La muchacha era muy simpática y habladora. Conversamos
de una manera extraña, ella me respondía rapeando y lo más raro no fue eso si
no los colmillos de plástico que llevaba puestos. ¿Era halloween y no me había enterado?,
no, la mujer se creía ser un vampiro.
Me invitó a la carrera y
no despedimos. Fui directa al bar del hotel, a tomar un copazo de lo más fuerte
que tuvieran. Me senté en el taburete de la barra y apareció el barman. Me quedé
loca al ver a Manolo sirviendo las copas, no entendía nada. Este hombre parecía
tener mil trabajos. Me sirvió un Whisky.
―Besos,
Katy. Aquí tienes guapetona.
Hice un gesto de cabeza
para darle las gracias, no sabía que decirle, era un tipo raro, raro y raro. Me
senté en una mesa, estaba a punto de empezar música en directo. Mi sorpresa fue
ver a Sonia fuertes y a Laura Rabaneda haciendo un dúo. Imitaban a las Azúcar
Moreno. Interpretaban “Tus Coños Bandidos”, casi me atraganto con la copa. Ellas
cantaban y María Ribero y Goyo Villa hacían la coreografía. Desnudos en una
cama redonda se comían literalmente, un 69 estaban haciendo. Un cosquilleo
subió a mi entrepierna, me estaba excitando. Di por terminada mi velada y me
fui derecha a la habitación.
Las puertas se abrieron y
encontré a Ocivaldo Machado, grité de alegría. Nos dimos un cálido abrazo. Tenía
prisa, había quedado con Lita Cecilia. Lo acompañé hasta un Club que quedaba al
lado del Hotel. Entramos y me dejó sentada y sola en una mesa al lado del
escenario. Parecía un sitió de monólogos pero no, era un lugar de stripties.
Lita salió vestida de gata, movió su culo y pechotes al ritmo de la música. La barra
era su hombre, deslizó su raja por el frío metal, acariciándolo con el coño.
Ocivaldo estaba en el escenario de al lado con un grupo de una despedida de
solteras.
Me fui de allí, necesitaba
desconectar. Tropecé con una chica, levanté la mirada y era Pilar Fernández,
Patricia Limones y Grey Ramos. Iban muy sexys vestidas. Me miraron de arriba
abajo, comiéndome con la mirada. Me invitaron a entrar en una limosina aparcada
en la acera. Fui mi primera vez con mujeres, nos desnudamos y jugamos a saludarnos
como lo esquimales con nuestros pezones. Era muy placentero, mucho. Lo que vino
después fue sencillo, hicimos el trenecito para comernos el coño, cerrando en
un círculo para que nadie se quedara sin postre. Nos lamimos como perras hasta
corrernos, después me llevaron al Hotel.
Al entrar en la
habitación, encontré a Alberto Barón con sus látigos. Un viejo amigo con una mente
más enferma que la mía. Me quité las bragas y se las tiré a la cara, estaba
cansada de tanto sexo. Tenía el coño enrojecido. Alberto se sacó la polla y se
masturbó chupando mis braguitas, para él era suficiente. Así que me acosté
desnuda de cintura para abajo.
Me desperté al sentir una
boca en mi culo, me asusté y encendí la luz. Era Billis. Estaba desnudo, con la
tranca alzando al cielo como un trono de semana Santa y con su típico pelo destroyer.
No hizo falta nada más para que me volviera loca. Había sido mi fantasía
durante mucho tiempo, me volví perraca. Me lancé a por el yougurín y le puse mi
propio azúcar para endulzarlo. Me encajé en su polla y lo violé literalmente,
salvaje, lujuriosa y clavándole las uñas en el pecho. Le hice sangre y probé al
vasco. Fue colosal, dos veces en menos de una hora.
Al acabar se fue
satisfecho, pues mi coño y su polla habían vomitado a gusto. Relajadísima, me
duché y fui al encuentro de los golfos. Al pasar por una de las habitaciones oí
gritos, abrí la puerta y encontré al Marqués de Sade del hora golfa, Enrique
Casado, con Trini Morales y Azucena Pellicer. Las tenía atadas en una cruz de
San Andrés, desnudas y con marcas en la piel de un látigo y su semen. Cerré la
puerta y seguí mi camino.
A punto de salir del Hotel
me encontré con Sandra, fui a saludarla cuando ésta me apuntó con una pistola. Me
obligó a subir a un coche y me llevó a las afueras de Madrid. De copiloto, iba
Adolfo Barba.
―Súbeme
la falda y échame carburante al coño.
Éste le levantó la falda y
posó sus labios en su sexo. Le comió el coño mientras conducía. De pronto, un
bulto a mi lado que parecía ser una manta, me habló. Era Carlos David
Hernández.
―Ábrete
de piernas y juro que te haré pasar un buen rato.
Me lo quedé mirando y
hipnotizada con esos labios tan carnosos me dejé hacer. El roce de su barba
excitaba a mi clítoris. Aquel fue un secuestro de coños jugosos. Llegamos a una
intercepción de un camino de tierra. Sandra aparcó y apuntado con la pistola me
hizo caminar. Aquella tía estaba como una puta cabra. Llegamos a una gran
Mansión con piscina. No había nadie hasta que unos fuegos artificiales
explotaron en el aire. Miré y vi que ponía, Hora Golfa. La música sonó, Manolo
era el DJ de la fiesta. Mis golfos habían preparada una fiesta sorpresa para
mí.
Conocí a mucha gente,
Antonia Hinojosa, Dani Sospedra que regalaba consoladores de su tienda erótica
El Secreto de Cupido, a Joaquí Carrasco que corría alrededor de la casa, ella y
su obsesión por hacer deporte, Laura Sancho había venido con una ambulancia
para los mayores del grupo no queríamos disgustos de infartos, con tanto
despiporre, José Adrian y sus versos calientes y excitantes, Marina Villa y sus
pasteles caseros, Gaby CHalico, Susana MA, Rosi y su manera tan sofisticada de
actuar. Hasta había un photocall organizado por el rey del selfie de Hora
Golfa, Francisco Butra. También estaban Nuria Carballido, la dulce Faylinn
Donn, Hormigita y su timidez y muchas más.
Yolanda Sánchez, más
conocida como Bernice había traído un complejo de Dom y Sumisas para la fiesta,
para los más morbosos y valientes.
La fiesta empezó y ocurrió
lo inevitable, una orgía colosal. Los dejé y fui al interior de la mansión,
necesitaba desconectar de tanto sexo. Descubrí una habitación decorada con
cosas de las guerras de las galaxias. Era una pasada alucinante. Había un Darth
Vader a tamaño real, me acerqué y lo miré bien. Parecía ser real. De pronto,
del paquete, salió una polla iluminada con pinta fosforita. Tenía algo escrito “Katy,
mi lado oscuro favorito”. Acerqué mi cara a la polla para verla mejor y Darth
Vader me dio un pollazo en cara que casi me mata del infarto.
―¿Quién
eres?
Se quitó el casco y
apreció Antonio Suarez, el friki de la Guerra de las Galaxias de Hora Golfa. Mis
ojos hicieron chiribitas, había fantaseado con ese encuentro un millón de
veces. Me tiré a comer su espada láser, Vader respiraba con dificultad pero
aguantaría un asalto de Katy. Le mostré mi rajita perlada, me dibujo con la
pintura una diana y me colocó en la otra punta de la habitación. Desde el otro
lado, agarró su polla láser y corrió por la habitación con una misión, meterla
de golpe en la diana. Lo consiguió y casi me sale por la boca. Follamos,
disfrutamos y esa fue mi aventura con mis golfos.
Pero tanta locura sin
medidas trae consecuencias muy caras. Nueve meses después, nacieron dos
mellizos que harían trizas mi economía. Los llamé “No Jodas” y “Sin condón”. Quise
pedirle ayuda al padre pero la familia de Antonio Suarez lo había ingresado en
un geriátrico.
¿?
Patricia
Montilla despertó a Katy.
―Nena,
venga, levántate que nos vamos a Linares.
―Todo
ha sido un sueño―sonrió alegre. Pero unos
llantos que procedían de la habitación de al lado le recordó que todo había
sido realidad.
Pararon en una gasolinera
de Guarromán. Patry bajó a repostar cuanto Katy se fijo que el dependiente de
la gasolinera era Manolo y gritó volviéndose loca.
FIN
A ORILLAS DE TU CAMA
ResponderEliminarCon afecto y deseos desenfrenados para Katy Molina, con amor y locura;…
A orillas de tu cama,
A orillas de tu instinto,
Al borde de lo inimaginable,
Contemplas la luna tras los cristales;
Tu mente dirige un disparo al vacío,
Un estruendo en mi piel
Y aparezco ahí, a orillas del deseo.
Cubierto el fruto de mi apetito
Con los ropajes de tu cama;
Escondido el morbo en tu sonrisa,
Dibujando neblina rosan tus ojos
Reflejada así en mis ojos te contemplo;
Un estruendo en mi piel
Y mis manos respirando en tu cama.
Caen mis labios al abismo,
Llegan a su primer destino dorado;
Se pasean por tu amplia frente,
Resbalan por tu faz de encanto,
Conquistan tus mejillas inquietas;
Un estruendo en mi piel
Y el dueño de tus labios soy.
La noche a media luna
Un suspiro indiscreto muere tras otro;
Mis besos cerraron tus ojos
Y canta la agonía de tu desnudo cuerpo;
Mis ojos deleitan mi fantasía;
Un estruendo en mi piel
Y mi cuerpo susurrándote desenfreno.
Particular el calor que invade mis labios,
Divino calor de tus senos ardientes,
Pausa de mis sentidos encandilados,
Furor de mis ávidas manos;
Subo y bajo por aquellas femeninas figuras;
Un estruendo más en mi piel
Y un beso que cae indicando el camino en descenso.
Avanzo con decisión trascendente,
Diviso un valle de fuego encendido
Mis manos abriendo camino al furor;
Mis besos apagando el calor entre tus piernas;
Mi lengua paseando en tu sexo;
Un estruendo en tu piel delicada
Y un susurro devorado por la noche extasiada.
Un ramillete de suspiros y delirio;
Tus manos escalan por mis piernas ahora
Navegan presurosas al puerto y al faro;
Dibujan compulsivas el sabor de sus anclas
Desgarran sin piedad la delicia del placer;
Un estruendo que desbarata tu cama
Y tus manos recorriendo mi sexo despierto.
Carrusel de caricias mi alma estremecen,
Regalan tus manos fantasías carnales,
Gemidos candentes murmura mi todo;
Cálida y tibia la humedad de tus labios,
Y tu lengua deslizándose por mis bordes ardientes;
Un estruendo ilumina la habitación
Y mi virilidad completa en tu boca.
Elevadas las ganas de morir en un solo ser,
Los cuerpos desnudos funden su sentir,
Nuestro cubil desprende aroma a deseo;
Aquella silleta ansiosa me permite el asiento;
Acompañas mi posición y te acoplas frente a mí;
Un estruendo más regala tus ojos al mirar los míos
Y en movimientos de cadera el cielo bajas para mí.
El enfoque de tu cuerpo en mi mente
Seguirá grabado como tú querer en mi corazón;
Veo tu cabello, tu cuello, tu espalda,
Una postura canina que me enciende más aún,
Mis movimientos son aullidos de la noche ahora;
Un estruendo más elevado, más inspirado
Y mil gotas de sudor responden al placer.
Tu mirada, cándida águila, persigue la mía
Y empuja mi naturaleza sobre aquella cómplice cama;
Tu sonrisa pícara sobre mi vista perdida,
Tus senos caen sobre mi boca abierta,
Y sentada en mí cintura juegas a darle al blanco;
Un estruendo pasará por nosotros cuando aciertes
Creímos un estruendo, un estruendo fue poco.
Parece de pronto que el tiempo se ha esfumado,
Cuánto habrá tardado mi boca en alcanzar la tuya;
Pecho con pecho sigo penetrando en tu vida,
Tu respiración ceñida, presurosa, quejumbrosa
Copia la prisa de nuestros movimientos;
El estruendo final nuestros cuerpos son sólo placer
Y la mitad de mi vida viajando a tu cuerpo.
La desfigurada cama nos permite el descanso,
Tu carita pegada a mi pecho acompaña un suspiro,
No hay fuerza creada que pueda separarnos ahora
“Te Amo”, frase tímida y complacida regalamos;
Han pasado cinco respiros, un gesto de unión total;
Mi pierna, tímida aún, pasa por entre las tuyas
Y llegamos a orillas de tu cama, otra, y otra vez más.
Luis Ernesto
Cajamarca (Perú), 02 de Marzo del 2017
Dr. Luis Alberto Navarrete Obando
CAJAMARCA – PERÚ
Seudónimo del Dr. Luis Alberto Navarrete Obando; Abogado de profesión; Teólogo.
® Derechos reservados de Autor, registrado en INDECOPI; “Derecho&Sociedad”, Código de marca registrada LANO-CPP-1420-P.