Había
llegado el gran día para Laura, iba a ir a l´Embruix
hacerse su primer tatuaje. Llevaba esperando a cobrar su primera paga, para
poder hacer su sueño realidad de marcar su piel con tinta negra.
Su
amiga Ángela lo acompañó para darle ánimos y seguridad, caminaban por la calle
de la Boquería de Barcelona sin
prisas, Laura estaba un poco nerviosa. Pasaron por delante del Camello, una gran tienda de segunda
mano. Pararon un segundo para comprar Maria
de la buena. Todos sabían que el dueño la vendía a buen precio.
Todavía
faltaba media hora para la cita concertada, así que se liaron un peta y se lo
fumaron delante de la tienda. Los nervios desaparecieron, estaba preparada para
hacerse el tatuaje. La chica de recepción la acompañó a una sala para que
esperara al tatuador. Entró un hombre que no era el chico con el que había
hablado. Laura se puso nerviosa, ella quería a Vicente, con él había hablado
del diseño y esperaba impaciente el dibujo.
―Buenas
tardes Laura, seré su maestro.
Vicente está enfermo y no puede asistir a la cita, pero no te preocupes, traigo el diseño.
Vicente está enfermo y no puede asistir a la cita, pero no te preocupes, traigo el diseño.
Laura
cogió el dibujo, era un demonio con aspecto de humano salvo por los cuernos y
las alas de murciélago. Se enamoró del rostro de su demonio, era bello y fiero.
Se tumbó en la cama, el tatuaje iría en el brazo. La sesión empezó, el nuevo
maestro de la tinta se concentró en su trabajo, fueron tres horas intensas. Nerviosa,
miró el resultado en el espejo. Laura alucinó, era hermoso, incluso parecía
tener vida propia. Le dio las gracias y se dispuso a salir, pero el maestro la
interrumpió.
―Hita,
el demonio se llama Hita. En las horas más oscuras y perversas él vendrá,
recuerda su nombre. Lo necesitarás.
Laura
lo miró con una ceja enarcada, creyó que aquel tipo se había vuelto loco. No le
dio más importancia ya que parecía ser un hombre extraño, se lo tomó a broma.
Se reunió con su amiga Ángela y se fueron a celebrarlo El Bosc de les Fades.
Más
tarde, de madrugada, Laura descansaba en su colchón hinchable en un ático del
barrio de Poblenou, un viejo edifico
con más de cuarenta años de antigüedad. Empezó a sudar, estaba teniendo una
pesadilla.
“Todo estaba oscuro, no podía ver
nada, hasta que… vio unos ojos rojos en las sombras. Era terrorífica. Una voz
en su oído susurro…Hita…”
Laura
despertó gritando, con la respiración agitada fue al baño para refrescarse.
Notó una quemazón en el brazo, le dolía. Se quitó el plástico y vio al demonio
en una posición distinta a la que le habían tatuado. <<No puede ser…>> Salió del baño y
se dirigió al espejo que tenía en la habitación, miró el dibujo y en el espejo
parecía moverse en su piel. El miedo se apoderó de Laura, aquello no podía
estar sucediendo, era imposible. Entones, el brazo empezó arder de dolor. Laura
cayó al suelo sujetándoselo y dijo sin ser consciente de lo que hacía. <<¡¡Hita para de quemar mi
brazo!!>>
La
tinta se movió formando un borrón en su brazo, Laura lo observó todo con cara
de horror, se desprendió de su piel formando una sombra en la habitación hasta
tomar forma de demonio. Laura gritó y se arrastró por el suelo para alejarse de
aquel ser. Ante sus ojos, el dibujo cobró vida. Llorando y asustada, se hizo un
ovillo en un rincón de la habitación.
El
demonio la miró impasible sin mostrar emoción, se acercó hasta ella y se
arrodilló. Laura dejó de llorar, no entendía nada. Habló.
―¿Qué
eres?―la
voz le temblaba.
―La
sombra de la perversión, mi señora. Su esclavo sexual.
Los
colores aparecieron en sus mejillas. Miró hacía abajo y vio que el demonio
estaba desnudo, podía ver su miembro erecto preparado para embestirla. Laura
que se encontraba en ropa interior se humedeció, sentía deseo por aquel hombre
demonio. Hita, la miró y vio excitación en su mirada, no hacían falta palabras,
ni órdenes para servir a su señora.
Gateó
hasta posar su cabeza entre las piernas de Laura, alzó los brazos algo asustada
e involuntariamente abrió las piernas. El demonio pasó su lengua por la braga
recogiendo la humedad en su lengua. Laura solo supo gemir de sorpresa y
excitación. Hita, la cogió de los muslos y tiró de ella hasta tumbarla en el
suelo. Le arrancó las bragas con sus garras y besó sus labios íntimos tocando
todos los puntos placenteros. Laura se llevó un puño a la boca y mordió, aquel
ser sabía muy bien lo que hacía y como excitar a una mujer. Lamió, chupó e
introdujo la lengua por la vagina. Su vulva estaba hinchada, sonrosada y
resbaladiza. Un lametón más y explotó en su boca.
Hita
se hizo una sombra de nuevo y regresó al brazo de Laura. Todavía no podía creer
que aquello hubiese sucedido de verdad, pero el charco de sus propios fluidos
en el suelo era la prueba de la perversión.
Una
cosa aprendió Laura y fue a desear al demonio noche tras noche, se convirtió en
su adicción hasta que el corazón actuó enamorándose del demonio.
Un
domingo, viendo la tele, llamó a Hita. La sombra apareció arrodillada ante su
señora. Le propuso hacer algo distinto, ver una película juntos. El demonio
obedeció y como pidió su señora, solo la abrazó. Algo dentro de aquel ser vibró
por primera vez, era ilusión, ganas de pertenecer a una vida con Laura pero era
un esclavo y no humano.
Esa
noche, Laura llamó a Hita para tener sexo. Desnuda, esperaba en la cama. El
demonio sintió la necesidad de poseerla, de no obedecer y así lo hizo. Apareció
a su lado y la colocó boca abajo dándole un azote, empezó a lamer la planta del
pie, su pantorrilla, subiendo por su muslo hasta el trasero. Abrió su carne y
vio la rajita húmeda que tanto le gustaba. Besó, chupó y succionó, pasó la
lengua por las nalgas subiendo por su espalda hasta su nuca y mordió
estremeciéndola. Ahí la mató, pronunció su nombre entre gemido y gemido. Sin
darle la vuelta, se hundió en su humedad y la embistió desde atrás. Le colocó
las manos por encima de su cabeza, sujetando sus muñecas y siguió hundiéndose
profundamente. El esclavo se acababa de convertir en amo. El placer llegaba sin
previo aviso y por primera vez, se vació dentro de Laura.
Desconcertado
por lo que acaba de hacer, salió de su sexo. Cayó al suelo derrotado, acababa
de marcar a su señora, sin su permiso. Se llevó las manos a los cuernos
arrepentido. Laura vio su sufrimiento, se enterneció, había disfrutado más que
ninguna de las veces y ya era decir. Bajó de la cama y se sentó a horcajadas
encima de Hita. Cogió su cabeza entre sus manos y le sonrió.
―Te
quiero, Hita.
El
demonio lloró por su declaración sincera, por primera vez, en toda su
existencia, alguien le había declarado su amor. Hita atrapó sus labios y la
besó con pasión. Laura se apartó para mirarle a los ojos y se dio cuenta que
era un hombre de carne y hueso, no había rastro del demonio. Su amor por un ser
perverso había roto las cadenas con la eterna esclavitud.
―Necesitas
un nombre―Laura rió de felicidad.
―Me
llamaré Domingo, para recordar siempre el día en que me entregaste tu corazón.
Me encanta como escribes y esa imaginación q tienes, nunca sabes cómo va a terminar. Sigue así
ResponderEliminarEs de los que más me han gustado...
ResponderEliminarUfffff....me ha cautivado la lectura Katy!!!
ResponderEliminarFantástica!!!!