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EL TÁLAMO DE UNA MENTE CREATIVA



La creatividad está asociada, en algunos casos, al mayor riesgo de padecer enfermedades mentales como depresión o trastorno bipolar.

Artza era un hombre muy creativo, demasiada información sin filtrar en el tálamo, zona del cerebro central. Los estudios psicológicos apuntan a un estado de locura permanente, donde tu realidad puede llegar a ser una novela de Tim Burton.

Encerrado en su celda de alta seguridad, en un manicomio de las tierras del norte del País Vasco, Artza se tatuaba con un punzón el brazo, intentaba dibujarse a su novia cadáver. Un poeta del inframundo de la literatura más oscura, demencial y un sádico a la crítica social, así era Artza, el puto amo de la narrativa. El más creativo en su género vomitivo.

Nueve meses antes…

Artza se encontraba con su cuadrilla planeando su próximo proyecto que daría un gran pelotazo en el mundo de las letras, Anhedonia Psicozine, un lugar para la voz del pueblo, sin tabúes, sin restricciones, donde puedes ser libre a la par de imaginativo. Un lugar donde Artza fue víctima de su propia locura.

Aquel día, habían tomado muchas cerveza, demasiada. Decidieron acabar la sesión y marchar a casa, caminaba haciendo eses sin rumbo fijo, pues no se acordaba de donde narices estaba su casa. De repente, en mitad de la carretera, una mujer hermosa y desnuda, le miraba fijamente. Arzta, anduvo tres pasos más hasta tener mejor visión y descubrió que aquella mujer tenía una parte del rostro sin piel, se podía ver su caravela. ¿Se acobardó?, no, era Arzta, el oso, solitario y fiero; al contrario, se partió el culo sin dar crédito a lo que veían sus ojos. De la misma borrachera y de la risa histérica, vomitó manchando sus zapatos. Alzó la vista, limpiándose con el puño del jersey y la mujer cadáver había desaparecido. Llegó a casa y, tal cual, se tiró encima de la cama, necesitaba pasar la borrachera.

Al día siguiente, despertó con dolor de cabeza y un intenso gusanillo en el vientre. Boca arriba y con la boca abierta gimiendo, fue despertándose, tenía los pantalones bajados y entre sus piernas estaba la mujer cadáver chupándole la polla. Artza se apoyó en sus ante brazos observando con ojos curiosos aquella aparición o realidad, ya no sabía que pensar. Aquella locura de mujer lamía su verga atrapando con cada lamida su prepucio, salivando en su tronco y estirando sus testículos con la boca. Artza disfrutaba, rechinaba los dientes por el placer, tuvo que agarrarse a las sábanas cuando sintió la llamada del orgasmo. La mujer cadáver recorrió con la lengua su polla excitándolo hasta que el gran oso se vació en su boca. Se fijó, que del ojo hueco de la mujer, salía su leche caliente y… Artza despertó sobresaltado. Había sido un sueño muy macabro y placentero. Se dio cuenta que tenía los pantalones bajados y el estómago lleno de semen, se había corrido estando dormido.

Aquel día fue a trabajar más extraño de lo habitual, intentaba concentrarse pero la vista se le nublaba y veía a la mujer cadáver hasta en la taza del café. Su amigo Aitor, se preocupó, tenía unas pintas horribles. Fue a preguntarle pero Artza se levantó bruscamente de su mesa de trabajo y fue al cuarto de baño. Se encerró en un cubículo y se sentó encima de la taza del váter. Se llevó las manos a la cara, <<qué me pasa>> se repetía a sí mismo.

De pronto, sintió las manos de alguien subir por sus muslos. Tenía las manos en la cara, así que abrió los dedos y vio a la mujer cadáver acercar su boca al paquete, le dio una suave mordida por encima del pantalón. Artza tragó saliva, estaba ahí, era real. Acercó la mano al cabello moreno de la mujer y notó la suavidad entre sus dedos, podía tocarla. Se sentía atraído por aquella mujer cadáver, era muy hermosa a pesar de tener medio lado de la cara sin rostro, incluso ese detalle escabroso le resultaba excitante. Artza levantó a la mujer del suelo y la sentó a horcajadas encima de él, la miró embelesado y la besó con pasión tirándole del pelo. Sentía la necesidad de poseerla, liberó a su verga y se empaló en ella, llevó las manos a su trasero y apretó las nalgas con ansias. No dejó de besarla, incluso cuando vio, por el rabillo del ojo, que le salía de la cuenca del ojo una araña negra. Era muy morboso follar con el infierno. La mujer cadáver cabalgó a Artzar moviendo sus caderas, ofreciéndole sus pechos para que lamiera. El puto amo de la literatura oscura se derramó en su interior gimiendo improperios, al abrir los ojos, la mujer había desaparecido. Miró su verga que estaba tiesa y expulsaba semen, eso creyó hasta que vio que no era semen sino gusanos blancos. Gritó como el jodido demente que era, salió con los pantalones bajados fuera del cubículo y tropezó cayendo al suelo del baño. <<Qué me pasa>> volvió a repetir para sí mismo. Se levantó del suelo y se limpió la polla en el lavamanos. Levantó la vista para mirar su aspecto deplorable en el espejo y vio a su espalda a la mujer cadáver. Se giró sobresaltado y no vio nada. Volvió a mirar en el espejo y no había nadie. Respiró soltando todo el aire y se mojó la cara intentando espabilar. Cogió papel de las manos para limpiársela y vio sangre, miró al espejo y gritó como un loco al ver que no tenía rostro, en su lugar había una caravela.

Una chispa estalló en su cerebro, la locura invadió su tálamo y no hubo marcha atrás. Su realidad se tornó anhedonia, un trastorno esquizoide de la personalidad. Salió del cuarto de baño dando empujones, sus compañeros intentaron calmarlo pero Artza no escuchaba nada. Se perdió por las calles de su ciudad, todo le daba vueltas y no veía personas, solo cadáveres como en un capítulo de The Walking Dead. Llegó al cementerio, estaba oscureciendo, entró y paseó entre las tumbas, buscando a la mujer cadáver. <<¿Dónde estás?>> susurraba.

La mujer cadáver apareció en la entrada de un Mausoleo muy ostentoso, Artza fue derecho a por ella. Entró y la vio meterse, como si de un fantasma se tratase, dentro del sarcófago. Artza empujó la gran piedra que hacía de tapadera del lugar del descanso de la mujer cadáver. Tenía la fuerza de un oso y de un esquizofrénico, pues los estudios han comprobado, que los brotes de estos pacientes,  segregan demasiada adrenalina como para levantar un coche. Allí se encontraba vestida de novia, con un ramillete de violetas entre sus manos, la mujer cadáver. Era hermosa a pesar de su defecto, era una diosa. Escuchó como le hablaba, <<Artza, tómame como tu mujer>> No se lo pensó, pues lo deseaba.

Le subió la falda del vestido y le escupió en el sexo para lubricarlo, pues una parte racional de su cerebro seguía funcionando y sabía que para follar con un cadáver debía lubricarlo. Artza acercó su verga a su entrada y se hundió poniendo los ojos en blanco, era escandalosamente placentero. Empujó, le devoró la boca, los pechos, folló como un salvaje a la mujer cadáver. Estaba a punto de correrse, se levantó y meneando su verga explotó derramando su semen en la boca de la muerta. <<Ahora ya eres mía>>

Artza cogió a la carne putrefacta, sin vida, que no era otra que la reciente fallecida de la hija del alcalde. El gran oso paseó por las calles de su ciudad con la novia cadáver, pues la muerta había fallecido el día de su boda y vestida con su traje de bodas bailo en los brazos del oso la Marcha Fúnebre de Sigfrido de Richard Wagner, la cual solo sonaba en la cabeza de Artza.



Comentarios

  1. Salvaje Katy!!!!....oro molido tienes en tu cabeza !!!
    Me encanta!!!!!!

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  2. Que pasada!! Me ha encantado, muy mío la verdad. Y cómo me he reído, brutal. Me quito el cráneo ante ti, jefa ;)

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  3. Jajaja... katy eres la ostia... bestial!!

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