LUCÍA
Obsesiva
del Pene
Capítulo
2
Todo el mundo se empeñaba
en decir que Lucía era una persona trastornada con deseos propios de una mente
enferma. Todos estaban de acuerdo en que había que encerrarla por su propio
bien, ellos estaban convencidos que había que tratar su caso, muchos creían que
no había salvación para ella pero habían expertos que sí creían en volver a
restablecer su mente con valores básicos de la sociedad.
Dicen que lo políticamente
correcto es lo que dicta los cánones de la sociedad, pero ¿Lucía estaba enferma?,
¿era un delirio?, ¿una enfermedad sin tratar o simplemente era tan normal como
el resto de la humanidad?.
El abogado Manuel Barrios
se interesó por su caso, un colega médico trabajaba en planta de psiquiatría
donde Lucía estaba presa de sus propios deseos. Una tarde tomando un café con
su amigo, vio que tenía el informe de Lucía, desde el minuto uno sintió
curiosidad por la paciente, no podía creer que la sociedad la encerrase en un
manicomio por su obsesión por el miembro viril. Incluso se sintió un poco
incómodo, él era un obsesivo de las vaginas. ¿También merecía ser encerrado?,
que locura de mundo.
Tras mucho pensarlo
decidió ir a visitar a la paciente y ofrecerle sus servicios para ayudarla a
salir de aquel lugar. Su colega le insistió que era un caso perdido y que solo
era atendida por mujeres, todos estaban convencidos que era una loca depravada
sin solución.
Una enfermera acompañó a
Manuel a la sala de descanso donde se encontraba Lucia sentada en una silla
frente a la ventana, parecía estar chupando un caramelo. Cuando llegó a su
altura vio que tenía un pene de silicona en la boca. El abogado no pudo evitar
excitarse al verla lamer aquel pene como si se tratase de una barrita de
chocolate, por un momento se imaginó que era su polla quien estaba dentro de
aquella boca carnosa y de labios sonrosados.
Se acercó a ella con
cautela, no tenía claro a que se referían con peligrosa. Lucía estaba
ensimismada con su pene en la boca cuando olió ese aroma tan embriagador que
hacía que se humedeciera. Miró en dirección a Manuel y el pene de silicona se
le cayó al suelo, no esperaba encontrar a un hombre en aquel infierno. La
respiración se le aceleró y como una loba hambrienta se tiró directa al paquete
de Manuel, no pudo resistirse a ese bulto tan tentativo.
Manuel no se lo esperó y
en un minuto tuvo la cabeza de Lucia entre sus piernas, le estaba mordiendo por
encima del pantalón, palpando con la lengua y los labios.
Si existía alguna maestra
de la felación, seguro que ella era una. Manuel gimió delante de las enfermeras
que observaban la escena escandalizadas y excitadas. Su colega entró en la sala
para quitarle de encima a Lucia, la cual lo había empotrado contra un mueble.
El pantalón estaba húmedo de saliva y por los propios fluidos del glande de
Manuel.
Lucía vio como el médico
se acercaba para quitarle su caramelito, pero ella era más lista que todos
ellos. Le bajó los pantalones de un fuerte tirón y se metió el trozo de carne
en la boca. La situación era muy embarazosa, Manuel se apoyó con las manos en
el mueble para no caer al suelo y encima no podía evitar jadear delante de
todos aquellos enfermos que miraban la escena con deseo y otros riendo. Su
colega cogió a Lucia de la cabeza para quitársela de encima pero contra más
tiraba más daño le hacía a Manuel.
―¡¡No
tires!!―dijo
el abogado a su amigo con la frente perlada en sudor.
El médico no vio otra
solución.
―Ana,
llévate a todos los pacientes de la sala. Amigo… tendrás que esperar a correrte
en su boca si no quieres que te arranque el miembro.
Manuel asintió entre
excitado y temeroso, Lucia seguía jugando con su pene en su boca, saboreando
cada terminación nerviosa, sin soltar a su presa, excitada por su olor a polla
mezclada con orina y sudor.
Su colega lo dejó solo en
la sala con Lucía enganchada a sus partes, lo observaron desde una habitación
de vigilancia, a través de un espejo que utilizaba para estudiar el
comportamiento de los enfermos.
Manuel al ver que se había
quedado solo, ajeno a que lo observaban, se abrió más de piernas y le sujetó la
cabeza a Lucia para acompañarla en sus movimientos. Movió las caderas chocando
los testículos con su barbilla. Lucia disfrutaba, era su elixir.
El médico fue testigo de
aquella escena de sexo tan gratuita junto a su aprendiz, estaba excitado y cachondo.
Miró de reojo a la enfermera que lo observaba todo con los pezones tiesos y
humedeciéndose los labios. Se miraron pensando lo mismo, ella se abrió la bata
y él se bajó la bragueta. La enfermera apoyó los codos en la mesa y sin dejar
de mirar el espectáculo se dejó follar por el médico. Éste sacó su pene y lo
acercó a la entrada de su sexo, se hundió muy lentamente y agarrado a sus
caderas fue embistiéndola sin perder detalle de lo que sucedía en la sala.
Manuel tenía la mirada turbia
de deseo, la boca abierta de los gemidos que le provocaba aquella loca mujer y
los testículos cargaditos de semen, se mordió el labio aguantando un poco más,
estaba a punto de vaciarse pero era tan placentero tener la polla en su boca
que no quería que se acabara el momento. Pero sin poder retrasar más la espera
llegó y el abogado derramó su leche en su boca.
La escuchó gemir y tragar,
también notó como temblaba, se acaba de correr con solo chupar un miembro. La
paciente sacó el pene de su boca y sin soltarlo, lo dejó limpio con la legua.
Después lo cuidó besando cada parte, lo cogía entre las manos y lo acariciaba
como si fuera un lindo gatito.
Mientras, tras el espejo,
el médico al ver la crema de Lucía resbalar por sus muslos empujó con fuerza
hasta vaciarse en el coño de la enfermera.
Manuel levantó a Lucía del
suelo y besó sus manos. Ahí fue cuando entendió que Lucía no estaba loca, solo
amaba con pasión desmedida una parte importante del cuerpo masculino, el
miembro viril.
¿Quién está más loco o enfermo?,
¿el qué lo hace a escondidas y fingiendo ser normal? ¿o el que lo expresa
libremente?
Quiero conocer a Lucia......Me encantó, me excito; me.........
ResponderEliminarJajajajaja.....me has puesto palote.
ResponderEliminarQué pervertida... Me gusta :)
ResponderEliminarTremenda todavía sueño contigo morena
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