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Santísima Trinidad


Caminaba perdida por los callejones apestados del barrio chino de Barcelona, iba descalza con las medias rotas y el labio ensangrentado. Trini era puta, se ganaba la vida chupando pollas asquerosas y miserables. Esa noche fue su último día en la tierra.
Había salido a trabajar por las esquinas del barrio, buscando a fulanos con ganas de sexo o una mamada. Era la historia de siempre, diez pavos a cambio de que se la metieran en mitad de la calle o por chupar una polla con olor a sudor y a orina.

Aquella noche, una patrulla de mossos 
d´esquadre la pararon y le pidieron la documentación. Les enseñó su identidad pero los agentes sin alegar nada la detuvieron en contra de su voluntad y la llevaron a comisaria. No por ejercer de puta, si no por puta. Tenían ganas de follar y que mejor, utilizar a la escoria marginada de la sociedad y así aprovecharse de su mala situación.

La desnudaron entera y ataron sus muñecas con esposas a la espalda. Trini estaba acostumbrada a las vejaciones pero no estaba preparada para ser violada con saña por cincos hombres hasta arriba de cocaína. Se la follaron a la vez, dos penes por el ano sin más lubricación que escupitajos y otro por la vagina, los otros dos por la boca. Le hicieron daño por dentro pero lo peor fue amenazarla con partirle las piernas si se iba de la lengua. No satisfechos, la golpearon con las porras y la dejaron tirada en una esquina del barrio chino. Pobre Trinidad, una vida muy perra con un final asqueroso y denigrante por ser puta por obligación.

Malherida y sin apenas conciencia, llegó hasta un callejón que apestaba a vómito, ahí se derrumbó, intentando respirar. Ya no le quedaban fuerzas. Antes de inhalar su último aliento sintió rabia y llamó al demonio. <<No me dejes caer en el oscuro abismo sin antes obtener mi venganza>>

Trinidad se vio fuera de su cuerpo como un alma en pena, un fantasma y vio a un ser terrorífico pero con cuerpo de hombre al lado de ella. Era el diablo, que la miraba con una sonrisa y le ofrecía la mano para sellar el pacto. <<Serás la Santísima Trinidad, a cambio, me entregarás las almas de tu venganza>> Trini aceptó estrechando su mano.

De pronto, todo se volvió negro, turbio con olor azufre y despertó en el callejón. Miró su cuerpo, no tenía heridas, estaba viva y se sentía poderosa, segura de sí misma. En la palma de las manos tatuada, tenía la estrella de Satanás. Supo que su aventura al más allá había sido real y solo esperaba, con ansia, cobrar su venganza.

Trini paseaba sus curvas por las frías calles del barrio chino de Barcelona, tenía los pezones tiesos por la helada de la madrugada; además, llevaba puesto un vestido de red sin dejar nada a la imaginación, pues no se había puesto ropa interior. Pintada como lo que era, una puta, paseaba fumándose un cigarrillo. Siempre le había gustado el sabor del tabaco en un hombre, por eso fumaba e imaginaba que Lucifer la besaba. Llegó a una esquina y vio a uno de los policías que la maltrataron la pasada noche. Sintió rabia en sus entrañas, deseaba despellejarlo y apretar su corazón hasta aplastarlo pero se controló. Le daría una buena muerte, una que lo llevara directamente al infierno.

Apoyada en la pared de la esquina, lo observó mordiéndose el labio y dando caladas al cigarrillo. Lucas, el agente, vio un coño joven con el que compartir y violar con sus camaradas. Fue derecho hacia ella. Trini apagó el cigarrillo en su nalga derecha y lo esperó humedeciéndose los labios con la lengua. Lucas tenía la porra en la mano, al llegar a su altura posó aquella arma en su sexo, lo restregó con suavidad. Ella abrió las piernas y cerró los ojos gimiendo, el agente se quedó embelesado ante tal belleza. No la reconoció, ya que su imagen era muy distinta a la Trini vejada.

Restregó su coño por el largo de la porra hasta topar con su mano. Lo cogió por el chaleco antibalas y le propuso sexo en una vivienda cercana. Lucas al principio dudó pero estaba demasiado buena como para decir que no. Accedió sin pensárselo mucho, sería su secreto no compartido con sus camaradas de perversiones.

Llegaron al piso de la Trini, era una pequeña habitación con una cama y un crucifijo en la cabecera. Lucas le arrancó el vestido de red y la agarró con fuerza por el cuello. La estrelló contra la pared, sin soltarla y le pasó la mano libre por el sexo. La tocó con fuerza, quería que estuviera bien húmeda y lubricada, le metió dos dedos y se los dio a probar. Quería tener el control de la situación, Trini se dejó por ahora.

Cachondo y muy excitado, la sentó al filo de la cama y la abrió de piernas. Vio como del coño salía saliva vaginal resbalando por el agujero. Le pasó la lengua y después con los labios le morreó la vagina, tirando, absorbiendo, lamiendo, besando como si fuera una boca. No podía aguantar mucho, tenía la polla dura contra el pantalón. Se desnudó y esposó a Trini de los tobillos, la colocó a cuatro patas con el culo en pompa y las piernas sin poder abrirlas mucho. Le presionó la cara contra el colchón para tener un punto de apoyo y le ató las manos a la espalda con otras esposas. La tenía a su merced y aquello lo ponía violento, le gustaba sentirse poderoso. Vio su rajita perlada en fluidos y suspiró poniéndose malo, era un coñito de puta muy apetecible.
Se metió dentro de su coño y embistió con fuerza, le dio varios azotes dejando su marca en la carne blanda. Necesitaba sentir otra polla rozando la suya, se había acostumbrado a follar con otros hombres. Cogió la porra y escupió en ella, se la metió por el ano el cual lo tenía muy dilatado, hasta el tope. Ahora si sentía ese roce que tanto le gustaba, folló, empujando fuerte, rozando sus cojones contra su coño hasta que se derramó en su interior. Cayó encima de su cuerpo exhausto. Cerró los ojos cansado y sudado.

De pronto, le vino un olor a podrido muy desagradable. Abrió los ojos y vio el cuerpo de la puta entre azul y verde, con heridas en el cuerpo. Gritó al ver un cadáver que lo miraba fijamente a los ojos, estaba en descomposición. Fue a sacar la polla de su coño cuando notó la mano de alguien que lo cogía por la nuca con fuerza. El demonio había entrado en escena, bajó su cara junto a la de la muerta, quería que mirase su pecado. Todavía tenía la polla dentro, notó como alguien escupía en su ano y le metía un dedo. Lucas gritaba pidiendo auxilio pero nadie lo oía.

Trini sonrió diabólica, se merecía aquel final y le encanta ver sufrimiento en su cara. Acercó su mano putrefacta al rostro de Lucas y le arañó la cara dejando la marca de la Trinidad, tres arañazos. El diablo, cogió su pistola y la metió en su culo. Lucas sintió el frío del arma y gritó suplicando clemencia pero no abría indulto y menos para un hijo de puta que no se merecía seguir respirando.
<<Buen viaje cabrón, tu condena será el infierno eterno>> dijo Trini con voz de ultratumba.

Sintió como quitaban el seguro y abrió los ojos muerto de miedo, tanto, que se orinó encima. Después, un estruendo, luego silencio.

Trini no apartó la mirada de su víctima, el diablo había cumplido su cometido y ella su parte entrenándole un alma. Le entregaría la suya cuando todo esto acabase pues había sido el único que había hecho justicia en honor a una puta sin nombre ni hogar. Más que la repulsiva sociedad que no hubiera movido ni un dedo por un parásito como ella.

Ahora solo quedaban cuatro...

Comentarios

  1. Y por desgracia tan real, crudo y cotidiano...
    Puto machismo!
    Y puto abuso de poder...

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