Ir al contenido principal
Un Orgasmo Amasando


Marilyn Cubas es una joven confitera con una vida muy rutinaria sexualmente. Sueña con un hombre como los de las novelas románticas, necesita satisfacer sus fantasías. A pesar de su desbordada imaginación, sabe que los pivones solo existen en los gimnasios y la mayoría son gays. Aunque la esperanzano la pierde, desea encontrar a su hombre salvaje que la lleve al séptimo cielo día si día también.

Un sábado de madrugada, entraba a trabajar a las cinco de la mañana. Sola en el obrador y aburrida, encendió la televisión. A esas horas, solo había canales de teletienda y porno. Haciendo zapping, se paró en un canal caliente. Un hombre y una mujer fornicaban de manera salvaje.

Marilyn con las manos en la masa se excitó, el calor se concentró en su sexo, los pezones se endurecieron deseando que alguien se los chupara. Cerró los ojos e imaginó que la masa era el hombre de la tele. Necesitaba desahogarse, quería algo más que un simple tocamiento de manos.

Dejando volar la imaginación, comenzó amasar a tamaño real a un hombre de masa de pan. En ese momento era Dios, había creado perversión a su imagen y semejanza.
Solo le faltaba algo duro entre las piernas para simular un pene. Miró el mazo para amasar, era idóneo. Lo encajó entre las piernas del hombre masa. Todo estaba listo, Marilyn se bajó las bragas blancas de algodón, tocó sus partes íntimas ansiando ese placer, por eso optó por desnudarse por completo. Solo se dejó el mandil.

Subió encima de la mesa de trabajo, untó el mazo con margarina, lo deslizó por todo el tronco de madera. Su sexo chorreaba, se encontraba muy excitada. A horcajadas encima del hombre masa, deslizó su caverna golosa por la polla improvisada.
Se le escapó un grito, era puro morbo. Miró al hombre masa y se imaginó a Lucas, el repartidor que la volvía loca.
“Lucas, tócame las tetas” (gritó).

Marilyn cogió las manos sin dedos del hombre masa y las llevó a su pecho para tocar sus irritados pezones. Excitada y muy mojada, violó a la masa con grandes empotres de caderas.
Ensimismada en sus fechorías depravadas, no se dio cuenta de la presencia de Lucas. Éste se quedó atónito al ver a la dulce Marilyn follando como una gata en celo. Su visión era de su trasero, el cual relucía perlado de fluidos.

Su pene reaccionó a tal escena morbosa pero lo que le puso más cachondo fue escuchar como su compañera decía su nombre “Lucas” refiriéndose al muñeco de masa.
Sin pensárselo, se quitó el cinturón, bajó su bragueta y sin un pelo de tonto, metió la mano en el cubo de mantequilla industrial. Se untó el pene y sin hacer ruido, se colocó detrás de su trasero húmedo. Se hundió sin vacilación.

Marilyn notó como le cogían de las caderas y la embestían, el placer era brutal. Sentir el mazo y el pene a la vez le hizo perder la cabeza. Ladeó la cabeza y vio a Lucas, una sonrisa perversa se dibujó en su cara.
Se desfogaron con las manos en la masa y el orgasmo fue tan placentero que hoy en día siguen teniendo sexo salvaje, pues se casaron.


Comentarios

  1. Joder... que bueno, que imaginación. Ya estaba imaginando que el hombre masa iba a hacerse de carne y hueso
    Marilin, no te quejarás.. que morbazo de historia! Por un instante te he imaginado ahí gozando de lo lindo, en momentos asi de intensos la timidez desaparece.. :)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

LA SOMBRA DE LA PERVERSIÓN Había llegado el gran día para Laura, iba a ir a l´Embruix hacerse su primer tatuaje. Llevaba esperando a cobrar su primera paga, para poder hacer su sueño realidad de marcar su piel con tinta negra. Su amiga Ángela lo acompañó para darle ánimos y seguridad, caminaban por la calle de la Boquería de Barcelona sin prisas, Laura estaba un poco nerviosa. Pasaron por delante del Camello , una gran tienda de segunda mano. Pararon un segundo para comprar Maria de la buena. Todos sabían que el dueño la vendía a buen precio. Todavía faltaba media hora para la cita concertada, así que se liaron un peta y se lo fumaron delante de la tienda. Los nervios desaparecieron, estaba preparada para hacerse el tatuaje. La chica de recepción la acompañó a una sala para que esperara al tatuador. Entró un hombre que no era el chico con el que había hablado. Laura se puso nerviosa, ella quería a Vicente, con él había hablado del diseño y esperaba impaciente el dibujo...
La Cúspide de la Vida Toda una vida buscando la mejor fotografía para el concurso nacional que se celebraba cada año en Barcelona. Las bases eran las mismas año tras año, captar la cúspide de la vida en todas sus ramas. Enoc estaba obsesiona do, prácticamente se había gastado toda su fortuna familiar viajando a diferentes países del mundo buscando la fotografía perfecta. Todos los años se presentaba con una que él creía firmemente que sería la ganadora. Pero nunca lograba su objetivo, faltaba algo que no lograba captar. El juez siempre le decía “En lo simple encontrarás la belleza de la vida”. Demasiados años perdidos sin encontrar nada que según los jueces mereciese la pena. Desanimado, abandonó el proyecto y se retiró a vivir a una pequeña masía a las afueras de Barcelona, la Roca. Allí pasaría los días lamentándose de su fracaso o eso creyó. Tras una semana, encerrado a cal y canto, decidió salir a respirar aire fresco. La vida continuaba y el debía seguir avanzando....

Tarántula Negra

Tarantula Negra Autora Katy Molina    En un rincón del desierto, Apache desafiaba al hígado con una botella de Tequila, bebía sin parar mientras observaba con descaro el cuerpo de la camarera, una deliciosa colombiana de veinticinco años con un cuerpo repleto de curvas. Podía ver el nacimiento de sus glúteos debajo de aquella falda de cuero tan corta, era una provocación carnal difícil de ignorar.    Se terminó la botella y se levantó con una erección apretando en su pantalón, la deseaba desesperadamente. La acosó por detrás sin pedir permiso, le tocó los turgentes senos y los apretó entre sus grandes manos. No era cualquier mujer, se la conocía por el seudónimo de Tarántula Negra, pero él desconocía su origen. Era un ser mortífero, su reputación la precedía. Veloz, se dio la vuelta y lo amenazó con un machete en la garganta. —Se mira, pero no se toca.—Advirtió. —Tranquila, pequeña. Solo quiero comerte el coño. —Este coño tiene dientes... —Interesan...