El Vicio Mata
Cuando cae la noche la ciudad se viste de rateros, solitarios y prostitución. Marina vigila la calle desde su esquina mientras que Ron fuma marihuana sin perder detalle de quién entra y sale del Club "PK2" . Lleva semanas vigilando aquel lugar de mala muerte, su objetivo tiene nombre y apellidos: Santiago Salazar, un narco repugnante y el responsable de la muerte de su hermana.
Necesita entrar, pero para ello ha de tener un pase. Mira a Marina, una puta de lujo que está dispuesta a bajarse las bragas gratis por tal de ver al cabrón de Salazar muerto. Ron tira el canuto y se acerca vacilante, la mira con deseo y le come literalmente la boca. Se gustan, se desean desde el primer día que se conocieron en la calle.
Llegó la hora del espectáculo, entran cogidos de la mano y van directos a la barra. Observan a su alrededor a las parejas fornicando sin ningún tipo de decoro ni pudor. Ven a un hombre trajeado tomando nota visual del acto y después informar por un pinganillo. Se dan cuenta de que los rumores son ciertos, a Salazar le vuelve loco tener un privado con una pareja follando.
Deciden unirse a la fiesta y darlo todo, pues necesitan ser los elegidos para reunirse con Santiago a solas. Marina se abre la gabardina y la deja caer al suelo, lleva puesto un liguero y medias, nada más. Su sexo depilado y con una pequeña cresta sonríe juguetón a Ron, apoya las manos en el taburete e inclina la espalda para presumir de trasero. Lo mueve de un lado a otro enseñando a su vez parte de su vagina. Este se arrodilla y acaricia su nalga con la lengua, despacio, hasta topar con su raja perlada, ahí se entretiene lamiendo y succionando. Alguien le da un toque en el hombro y le indica que lo acompañe. Ambos sonríen pues han conseguido un encuentro íntimo con Salazar.
Pasan a una habitación con la decoración de época victoriana. Santiago está sentado en el sillón desnudo de cintura para abajo acariciándose el pene. Ellos, sin perder tiempo, siguen devorándose para que los observe. Marina se queda de pie con las piernas abiertas formando una v, mientras que Ron le besa los labios vaginales con lentitud, recreándose en la carne hinchada. Besa sus inglés y va subiendo besando su piel hasta los senos, los agarra y los lame. Salazar está concentrado en su propio placer, esa es buena distracción para que Ron juegue sus cartas.
Se coloca detrás de Marina, le abre las nalgas y se hunde. Ella se toca el clítoris con la mano para alcanzar el clímax. Santiago mira fijamente su mano extasiado y se masturba con más énfasis. No deja de observar cuando de pronto algo negro y redondo se asoma entre las piernas de ella, pone atención hasta que se da cuenta de que es el cañón de un revólver, pero cuando quiere reaccionar es demasiado tarde. Ron lo fulmina de un balazo en la frente. La pesadilla ha acabado, pero no las ganas de llegar al orgasmo. Esta vez ponen más pasión al acto, él sigue empujando desde atrás mientras le toca los pechos y le besa el cuello. Marina tiembla entre sus brazos anunciando que ha llegado a las puertas del Valhalla. Ron sale de su interior y se derrama en la cara de Salazar, pues su gozo le sirvió de venganza.
Katy Molina
Cuando cae la noche la ciudad se viste de rateros, solitarios y prostitución. Marina vigila la calle desde su esquina mientras que Ron fuma marihuana sin perder detalle de quién entra y sale del Club "PK2" . Lleva semanas vigilando aquel lugar de mala muerte, su objetivo tiene nombre y apellidos: Santiago Salazar, un narco repugnante y el responsable de la muerte de su hermana.
Necesita entrar, pero para ello ha de tener un pase. Mira a Marina, una puta de lujo que está dispuesta a bajarse las bragas gratis por tal de ver al cabrón de Salazar muerto. Ron tira el canuto y se acerca vacilante, la mira con deseo y le come literalmente la boca. Se gustan, se desean desde el primer día que se conocieron en la calle.
Llegó la hora del espectáculo, entran cogidos de la mano y van directos a la barra. Observan a su alrededor a las parejas fornicando sin ningún tipo de decoro ni pudor. Ven a un hombre trajeado tomando nota visual del acto y después informar por un pinganillo. Se dan cuenta de que los rumores son ciertos, a Salazar le vuelve loco tener un privado con una pareja follando.
Deciden unirse a la fiesta y darlo todo, pues necesitan ser los elegidos para reunirse con Santiago a solas. Marina se abre la gabardina y la deja caer al suelo, lleva puesto un liguero y medias, nada más. Su sexo depilado y con una pequeña cresta sonríe juguetón a Ron, apoya las manos en el taburete e inclina la espalda para presumir de trasero. Lo mueve de un lado a otro enseñando a su vez parte de su vagina. Este se arrodilla y acaricia su nalga con la lengua, despacio, hasta topar con su raja perlada, ahí se entretiene lamiendo y succionando. Alguien le da un toque en el hombro y le indica que lo acompañe. Ambos sonríen pues han conseguido un encuentro íntimo con Salazar.
Pasan a una habitación con la decoración de época victoriana. Santiago está sentado en el sillón desnudo de cintura para abajo acariciándose el pene. Ellos, sin perder tiempo, siguen devorándose para que los observe. Marina se queda de pie con las piernas abiertas formando una v, mientras que Ron le besa los labios vaginales con lentitud, recreándose en la carne hinchada. Besa sus inglés y va subiendo besando su piel hasta los senos, los agarra y los lame. Salazar está concentrado en su propio placer, esa es buena distracción para que Ron juegue sus cartas.
Se coloca detrás de Marina, le abre las nalgas y se hunde. Ella se toca el clítoris con la mano para alcanzar el clímax. Santiago mira fijamente su mano extasiado y se masturba con más énfasis. No deja de observar cuando de pronto algo negro y redondo se asoma entre las piernas de ella, pone atención hasta que se da cuenta de que es el cañón de un revólver, pero cuando quiere reaccionar es demasiado tarde. Ron lo fulmina de un balazo en la frente. La pesadilla ha acabado, pero no las ganas de llegar al orgasmo. Esta vez ponen más pasión al acto, él sigue empujando desde atrás mientras le toca los pechos y le besa el cuello. Marina tiembla entre sus brazos anunciando que ha llegado a las puertas del Valhalla. Ron sale de su interior y se derrama en la cara de Salazar, pues su gozo le sirvió de venganza.
Katy Molina
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