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La Codicia de Betty La Divine



Marilin Cedres Cubas estaba muy harta de la vida de mierda que llevaba. Vivía con sus ochos hermanos varones y su madre gorda y borracha en una caravana a las afueras de Texas. Más conocido como el desierto de los catetos.

Soñaba con una vida mejor, estaba muy cansada de ser la sirvienta de aquellos neandertales que tenía como hermanos, a cual más analfabeto y problemático. Una tarde viendo la televisión, vio la película Showgirl y supo que quería ser como la protagonista, vivir una vida llena de placeres y riquezas pero con un final muy distinto al de la peli.

Lo primero que hizo fue buscar un nombre artístico, se llamaría Betty La Divine. Sin decir nada a la familia, hizo el equipaje y como había hecho su padre hacía quince años, les dijo a todos que iba al pueblo a buscar tabaco. No tenía intención de regresar.

Con una bolsa de equipaje y la furgoneta familiar, Betty recorrió la estatal en busca de una vida mejor. Lo primero que tenía que hacer para triunfar era empezar desde abajo, de ahí que parara en un pub “Las Salvajes del Oeste” en mitad del desierto. Era un lugar de putas, borrachos y drogas. En definitiva su ambiente habitual.

Habló con el dueño y le dieron trabajo. Tenía que salir a escena y bailar con poca ropa en una barra para entretener al público. Las propinas más altas se conseguían intimando con los clientes. Betty La Divine, no tenía ningún problema en fornicar con aquellos pobres diablos, estaba acostumbrada a tirarse escoria, del nicho de ratas de donde procedía, para olvidar su vida de mierda.

El espectáculo empezó y salió con un tanga negro trasparente y el cuerpo lleno de purpurina. Se insinuó de manera descarada, agachándose de cuclillas delante de la barra y subiendo con el culo en pompa, a la vez, chupaba la barra con la lengua. Tenía que calentar a más de una polla y tirarse cuantos tíos pudiera. Anduvo a cuatro patas por el escenario recogiendo billetes de un dólar con la boca. Su número terminó y ya tenía una cola esperando en su camarote.

Escogió a cinco, fueron pasando de uno en uno. Debía despacharlos rápido para no perder a los que esperaban fuera. Al primero, le hizo una mamada increíble hasta que se corrió en sus tetas. Al segundo, lo dejó que le petara el trasero, aquel día el bote de vaselina bajaba rápidamente. Al tercero, lo sentó en una silla y brincó pegándole con las tetas en la cara hasta llevarlo al paraíso. Al cuarto, bueno ese fue especial, tenía unos gustos raros y fue ella quién lo folló metiéndole el pequeño puño en el ano y con la otra mano lo ordeñó hasta que se corrió. El quinto, era su pasaporte para salir aquella noche de aquel tugurio. Era un tipo adinerado, un mierda mafioso que buscaba una gata para pasearla en su mundo. Betty La Divine, se duchó para él y lo amó esa noche. Lo sedujo contoneando su cuerpo, masturbándose delante de él, provocando la erección entre sus piernas hasta que el tipo no pudo más y la empotró contra la pared. Se hundió en su sexo y la devoró sin dejar de mover las caderas. La dejó exhausta.

Me llamo Ronny, vas a ser mi puta.

Betty sonrió, aquella noche había ganado ochocientos dólares y el premio gordo lo tenía aquel mafioso entre las piernas. Se marchó con él a su mansión de las Vegas. La Divine estaba flotando en un sueño, no pensó que viviera en la ciudad donde quería triunfar como artista. Obedeció durante una semana, sin rechistar, se la chupó a todas horas para contentarlo; a cambio, él la colmó de riquezas, vestidos caros, zapatos de firma, joyas, etc. Borracha de lujo, ya no le interesaba seguir a su lado. Lo único que le estorbaba era su presencia.

Una noche durmiendo juntos, Betty supo que había llegado la hora de partir pero primero se tenía que ocupar del problema, de Ronny. Si se iba sin más la buscaría para matarla, esa había sido su primera amenaza desde que la acogió en su casa. Tuvo que dejar a Betty la Divine a un lado para sacar a Marilin Cedres, la macarra sin escrúpulos que lo único que codiciaba era la fama. Sacó un abrecartas de debajo de la almohada y sin remordimientos se lo clavó en el pecho llevándose su vida. Fiambre, así lo dejó en la cama donde horas antes habían retozado de pasión.

Lo único que echaré de menos será tu polla, felices sueños, mi amor.

Antes de marcharse le dio un beso en la boca y después salió por la puerta de atrás. Había llegado la hora de triunfar como cabaretera en las Vegas. Tuvo que chupar muchos miembros, como la protagonista de Showgirls para que le dieran una oportunidad y al fin encontró lo que buscaba, la fama. En menos de un mes, era portada de cartel en las Vegas. Su codicia no tenía nombre e iba en aumento cargándose a las chicas que le hacían sombra.
Pero todo cuento de princesa tiene un final feliz menos para Betty La Divine. Dormía plácidamente en la cama de agua de su mansión cuando un ratero entró a robar. Los ruidos la despertaron y en la sombras de su dormitorio alguien la observaba con la respiración agitada. Era Vozka, su hermanastro mayor de uno de los muchos amantes de su madre. Se miraron fijamente, como desconocidos, aunque en el fondo sabían muy bien quienes eran.

Fuera de mi casa, si has venido a por dinero pierdes el tiempo.

Vengo a por ti, eras mía, calentabas mi cama cada noche y te fuiste dejándome solo y vacío.

¿Quieres follar?Betty sabía como manejar aquel hijo de Satanás.

Se levantó de la cama, descubriendo su cuerpo, se acercó a Vozka y le agarró el pene. Sin apartar la mirada, lo masturbó. Él impasible, se dejó hacer hasta ponérsela bien dura. En un arrebato de celos, la atrapó entre sus fuertes brazos y la tumbó en la cama. Se hundió en ella, arrancándole gemidos, pues había sido el único que la había hecho gozar de verdad. Empujó bien fuerte, escondiendo su rostro en el hueco del cuello de Betty hasta que se vació en su interior.

Eres mía, no te dejaré marchar, nunca más.

Siempre tuya, mi amor, siempre.

Betty sacó un arma de debajo del almohada y le pegó un tiro a su hermano en la sien. Su cara se llenó de sangre y dos lágrimas asomaron en su mirada, había acabado con el único hombre que la había querido de verdad, su hermanastro Vozka.

La codicia corrompe a las personas transformándolas en seres sin alma ni escrúpulos, su único objetivo en la vida era triunfar y llenar el vacío de su corazón con dinero.

Betty La Divine triunfó durante muchos años hasta que la edad pasó factura a Marilin Cedres Cubas a la temprana edad de cuarenta y tres años. No soportó pasar a un segundo plano y una noche, junto al fuego, bebiendo una botella de Vozka, puso fin a su vida con un disparo directo al corazón.

Mi amor, ven a buscarme… estoy preparada para reunirme en el infierno junto a ti… por toda la eternidad… siempre tuya, Vozka.


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